Colombia es Pasión y Genocidio: S.O.S. en 12 capítulos
Por Azalea Robles
1. Colombia es Pasión
La oligarquía colombiana busca tapar sus crímenes; para ello implementa cizaña contra Venezuela y presenta de Colombia una realidad virtual. Adelanta una campaña mediática que mezcla atractivos turísticos (incluyendo la promoción de la sexualidad femenina), atractivos de “seguridad en las inversiones”, y una cínica utilización de folclorismo que adorna el tarjetón promocional: que si un acordeón por aquí, que si una maraca por allá, que si una vendedora de frutas por aquí, que si unos bailarines de Cumbia por allá. Toda la magnífica cultura que ha persistido a masacres y deportaciones, como forma trascendente de gritar resistencia, esa cultura afro descendiente, indígena, mestiza, popular, que siempre ha sido perseguida y deleznada por la oligarquía, hoy es tomada superficialmente por esa misma oligarquía para ser prostituida en la venta de Colombia.
“Colombia es Pasión”, pregona la propaganda del régimen colombiano… y ¡Colombia es Pasión! Grita con desespero la clase media cada día más empobrecida, dirigida a aferrarse a valores patrioteristas, mientras olvidan por un instante el infierno que viven, alzando hacia el manipulador de turno (una estrella Pop mercenaria del régimen, o un politiquero disfrazado con traje típico) sus manos ávidas de algún sedante para la angustia. Las manos están adornadas con pulseritas tricolor: la bandera amarrada a las muñecas, grillete cínico que les impide ver su propia realidad… lo propio del fascismo.
Y sin embargo, pese a que la frase “Colombia es Pasión” sintetiza todo el despliegue de manipulación y chantaje emocional promovido por la oligarquía para tapar sus crímenes, debemos reconocer que sí, que: “Colombia es Pasión”… Claro está, al igual que pasa con la palabra “Paz” la definición de “Pasión” varía según quién la usa…
Colombia es Pasión porque sólo la pasión puede explicar que el pueblo colombiano siga luchando por sobrevivir en medio de un genocidio perpetrado desde hace lustros por las cúpulas del poder. Debe ser pura pasión por la vida la que mueve a millones de seres humanos a tratar de sobrevivir cuando son torturados, asesinados y desaparecidos en proporciones dantescas por el Terrorismo de Estado. Porque el Terrorismo en Colombia está sentado en las instituciones del Estado. Comenzando por el ejército y su extensión: la herramienta paramilitar.
2. Colombia es oscurantismo
El Estado colombiano persigue, encarcela y declara “objetivo militar” a todo aquel que ose adelantar un pensamiento crítico en Colombia. Es la era del oscurantismo. Colombia es el país más peligroso del mundo para ejercer el sindicalismo. Los maestros, estudiantes, periodistas, sociólogos, líderes agrarios, ambientalistas, abundan en las cárceles y en las listas de desaparecidos.
Con la estigmatización del pensamiento crítico el régimen colombiano mantiene encarcelados a 7.500 presos políticos (1), muchos de ellos en condiciones de tortura extrema (OMCT).
3. Colombia es récord en desaparición forzada
Las listas de desaparecidos engrosan cada día más: sólo en los últimos 3 años se han registrado 38.255 desapariciones forzadas (2). La “democracia” genocida de Colombia ha superado, con creces, la escalofriante cantidad de desaparecidos por la dictadura Argentina. El crimen de Estado de la desaparición forzada en Colombia ha rebasado todo lo imaginable; y el mundo no se moviliza intensivamente en solidaridad con el torturado pueblo colombiano… La desaparición forzada es un crimen de Estado que busca acallar al desaparecido a la vez que busca inyectar angustia y terror en los sobrevivientes: persigue la parálisis de la reivindicación social. Es un crimen que afecta al desaparecido (torturado y asesinado) y que afecta a los familiares y a la sociedad en su conjunto, que son privados de un ser humano y de sus ideas. A la sociedad se le manda un mensaje que persiste en el tiempo: “todo aquel que piense, que reivindique será castigado”.
4. Colombia y los hornos crematorios del Terrorismo de Estado
La desaparición forzada cumple una triple funcionalidad: acallar al que reclama justicia social, enviarle un mensaje imperecedero a la sociedad, y reducir las cifras de asesinatos. En Colombia varios jefes Paramilitares han confesado cómo desde los altos mandos militares y políticos era enviada la orden que desaparecieran “de cualquier manera” a las víctimas para no dejar rastros y evitar que las cifras de homicidios crecieran de manera desproporcionada en las zonas urbanas. Varios miembros de la Estrategia paramilitar han confesado que implementaron la utilización de criaderos de caimanes y de hornos crematorios en los que quemaban a las víctimas, a veces vivas: “(…) Lo echaron vivo ahí (…) El horno lo manejaba un señor que le decían ‘funeraria’, creo que se llama Ricardo; dos señores le hacían mantenimiento a las parrillas y a las chimeneas, porque se tapaban con grasa humana”. Confesó un paramilitar (3).
5. Colombia es la monstruosidad de los “falsos positivos
Los falsos positivos son asesinatos de niños y jóvenes por parte del ejército colombiano, para después mediatizar sus cadáveres como “guerrilleros dados de baja en combate”. La directiva presidencial 029 premia a los militares por cadáver presentado. Ya han sido reportados más de 5.000 casos.